“Basta. Me llevas molestando un trecho, forastero. Si aceptas desistir de esta tenaz persecución y dejarme luego a solas con mis recuerdos, responderé a tus implacables preguntas. Te contaré porque un hombre muerto cabalga por las calles de Valencia. Ves aquel castillo sobre la colina? Es el hogar de Rodrigo Diaz, a quien moros y cristianos llaman ‘El Cid’. Viene de la palabra árabe ‘sidi’ que significa ‘señor’. Es el mejor hombre que haya existido jamás. El Cid era un caballero y vasallo leal de uno de los antiguos reyes de España. Cuando el anciano rey murió, el reino se dividió entre los hijos que lo sobrevivieron, Sancho y Alfonso. El rey Sancho se quedó con Castilla, una tierra árida y azotada por el viento, que debe su nombre a los numerosos castillos fronterizos. El Cid continuó sirviendo a Castilla y a su nuevo rey como era su deber. El astuto rey Alfonso gobernaba León pero conspiraba abiertamente para convertirse en rey de toda la España cristiana. Pronto se inició una guerra entre Castilla y León. La lucha tuvo su punto culminante en la batalla de Golpejera, donde El Cid intentó capturar al malvado Alfonso”
Dormir en la silla del caballo, beber agua de lluvia, comer sólo carne seca, leche desecada y sangre de caballo. Así es la vida de un mongol en guerra. Por la noche nos recompensan con leche de yak fermentada y la promesa de los tesoros persas. Impulsados por las palabras del Gran Khan, hemos cruzado al galope kilómetros del continente asiático. Frente a nosotros se encuentra el vasto imperio de Persia. Le daremos al Khwarazm Sha otra oportunidad de someterse y, luego, sus ciudades serán destruidas piedra a piedra. Pero no todos nos dirigimos a Persia. Genghis ha enviado a Subotai Ba’atur, de la horda de los renos en dirección norte hacia Rusia. Los territorios rusos están desorganizados y Genghis espera que Subotai pueda someterlos uno a uno. Y entonces, los límites de Mongolia abarcarán toda Asia.
El invierno ha llegado a las estepas. La tierra está helada y dura como el hueso, y el único movimiento que se observa es el resuello que sale de narices de hombres y caballos. Sólo la promesa de una batalla les da calor. Prácticamente todas las tribus de Mongolia siguen ahora a Genghis Khan. Pero con el éxito también llegan los enemigos. Un hombre llamado Kushluk ha puesto en duda el derecho de Genghis a gobernar. Kushluk siembra la discordia en la tribu de los khitán y pretende ser proclamado como un Khan rival. Genghis no puede permitir que esta desobediencia quede impune. Necesita que cunda el ejemplo. Así que nos dirigimos hacia el oeste para encontrar y matar a Kushluk. Si la tribu de los khitán le protege, también sus vidas serán sacrificadas.
Los soldados de Barbarroja estaban destrozados. Algunos caballeros se suicidaron. Otros se convirtieron y se unieron a los sarracenos, convencidos de que el mismo Dios les había abandonado. De todas maneras quedaba un puñado de guerreros que todavía no quería subir a un barco para regresar a Europa. El cuerpo del poderoso Barbarroja fue sacado del río y guardado en vinagre en un barril. El ejército del Sacro Imperio Romano no se uniría a la Cruzada. Pero todavía tenían la oportunidad de obtener una pequeña victoria. Los guerreros supervivientes hicieron el voto de llevar el cuerpo de Barbarroja a Jerusalén. ¡Aunque muerto, el Emperador cumpliría su promesa!
Prólogo “26 de marzo, Chinon. Una cosa es que una banda de soldados desesperados ponga su confianza en una joven. Otra muy diferente, que a esa joven se le otorgue el mando del ejército de una nación entera. Cuando oímos proclamar a los heraldos del rey que Juana la Doncella había sido proclamada Comandante en Jefe del Ejército de Francia, nos llenamos de orgullo. El Delfín ofreció a Juana un magnífico corcel y una armadura blanca para que tuviera el porte de un general. Juana me ordenó buscar una vieja espada enterrada bajo el altar de una iglesia de los alrededores. A pesar de mi escepticismo, mis hombres desenterraron una hoja oxidada que, además, resultó haber pertenecido a Carlomagno, el patriarca de Francia. No volveré a dudar de su palabra. En la empuñadura todavía era visible la flor de lis. Juana la adoptó como emblema y mandó que la grabaron en su estandarte de batalla. El estandarte va con ella a todas partes. Lo llevamos con nosotros a Orleáns. La ciudad de Orleáns es una de las principales de Francia, pero ha sido asediada por nuestros enemigos, Inglaterra y Borgoña, y está a punto de ser tomada. Esta guerra se ha prolongado durante cien años, con contadas victorias francesas. El pueblo de Orleáns necesita un salvador. Necesita la ayuda de Juana de Arco”.
Instrucciones Se empieza en Chinon, en el sur del mapa. Debes tomar todas tus unidades montadas y dirigete directamente a Blois en el noroeste. En el camino, seras atacado por dos Jinetes y cuatro Caballería ligera de Borgoña. Tu solo continua adelante hasta llegar al castillo de Blois. Una vez allí, obtendrás refuerzos: 12 Ballesteros y ocho jinetes. También recibes seis Carreta de Mercancías que, con seguridad, se deben escoltar hacia Orleans. Sigue la costa hacia el este. Pronto llegarás a un Muelle con dos Barco de Transporte. Carga a Juana y a las carretas y llevalos al norte. Luego descarga los buques de transporte, para despues ir a la ciudad de Orleans. Mientras tanto, envia tus tropas, que todavía están esperando en Blois, hacia el este, hasta que lleguen a un destacamento borgoñon. Está custodiada por una torre . Sólo tienes que atacar (a opción del jugador) o seguir el camino. Una vez que llegues, obtendrás tres aldeanos y algunos recursos. Los objetivos cambian y ahora debes atacar un castillo de las cuatro ciudades de los ingleses del norte y sur. Pronto recibiras ataque de ellos y los borgoñones pero no hay que darle importancia. Concentrate en tu estrategia y economía (lo mejor es usar los jinetes francos y arietes, porque son mas fuertes que cualquier otra unidad). Una vez que tengas suficientes soldados y armas de asedio, ve a atacar uno de los castillos ingleses (es recomendable atacar al sur, ya que no tiene mucha defensa en si). Una vez que se destruye, el escenario se gana.
Epílogo “Juana profetizó que iba a ser herida en Orleáns. En plena batalla, el disparo de una ballesta la derribó de su caballo. No podíamos creer nuestra mala suerte. Aún así, mientras retirábamos a Juana de esa carnicería, ganábamos la batalla. Orleáns había sido liberada. Cuando entramos a la ciudad, la población entera nos aclamaba desde las ventanas, tejados y calles. Disparaban su artillería hacia el oscuro cielo mientras gritaban el apodo de Juana: “La Pucelle”, la Doncella de Orleáns”.
“19 de febrero, campamento próximo a Vaucouleurs. Esta mañana me despertaron visiones de fuego y acero. Las pesadillas se repiten más a menudo ahora que he visto a mi amada Francia devorada por años de guerra. Deambulaba por el campamento ignorando la nieve que caía, observando las heridas y el cansancio de cada uno de mis soldados, viendo la desesperación en sus ojos. Fue entonces cuando vi a la chica por primera vez. Nos dijo que se llamaba Juana y que sólo era una campesina que no sabía luchar ni montar a caballo. Pero afirmó que tenía la intención de liberar Francia. La oscuridad brotaba de las almas de los hombres. Su voz vibraba con convicción y nos bebíamos cada una de sus palabras. Puedo haber perdido mi fe, pero Juana no ha perdido la suya, y eso es suficiente para mí. Juana ha pedido a nuestra abatida tropa de soldados que la lleve a Chinon, donde se esconde de sus enemigos el legítimo soberano de Francia, el Delfín. Las tierras que tenemos que atravesar están arrasadas por la guerra y plagadas de bandidos… perderemos muchos hombres. Para nosotros la muerte es ya una vieja compañera, pero por Juana nos enfrentaremos una vez más a ella”
Epílogo “Mientras el eco de las pisadas de Juana era lo único que se oía sobre el vestíbulo de mármol del castillo, los obesos duques no hacían otra cosa que mirar. Hasta el propio Delfín parecía asustado cuando Juana se inclinó a besar sus pies. “Mi querido Delfín,” le preguntó, “¿por qué Inglaterra reclama lo que nos pertenece? ¿Por qué no eres coronado rey de Francia, como es tu derecho?” Los cortesanos empezaron a murmurar. El ayuda de cámara susurró unas mentiras al oído del Delfín. Pero éste apartó a su ayudante y se levantó para encontrarse con la mirada de Juana. Es más pequeña que el más bajo de entre nosotros, pero todos tenemos que levantar la mirada para hablar con ella. No sé qué conversación silenciosa se produjo entre el Delfín y la que sería su salvadora, pero estaba claro que Su Majestad estaba tan apresado por ella como nosotros”.
Aunque parezca increíble me ha tocado escuchar que una de las razones por las cuales muchas personas no migran de Windows a GNU/Linux es la posibilidad de correr algunos juegos entre ellos el mas mencionado es Age Of Empires II HD.
A continuación les dejare un tutorial en el cual les mostraremos como instalar correctamente Age Of Empires II HD en Steam.
Antes de continuar se dejamos los siguientes requisitos
Deepin 15.11
Tener comprado el Juego en Steam
4 GB mínimo de memoria RAM
10 GB de espacio en el disco duro
Tarjeta grafica decente
Conexión a Internet
Algo de suerte
Si tenemos todos estos requisitos comenzamos a instalar PlayOnLinux, que es el programa sobre cual instalaremos Steam, para instalar PlayOnLinux nos vamos a la consola y escribimos el siguiente comando.
sudo apt-get install playonlinux
Una vez instalado abrimos playonlinux tal y como se ve en la imagen.
Damos clic en instalar un programa y luego buscamos Steam y los instalamos
A partir de aquí le damos siguiente→siguiente a todo
Posteriormente te saldrá para instalar Steam, le damos siguiente a todo
Una vez instalado y logueado Steam instalamos Age Of Empires II tal como si estuviésemos en Windows.
Una vez terminada la instalación nos vamos a las propiedades del Juego y nos vamos a ver los archivos locales.
Veremos que existen los archivos AoK HD.EXE y Launcher.exe, lo que haremos ser renombrar Launcher.exe como Launcher.exeold y AoK HD.EXE como Launcher.exe
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