Según el relato de Cuauhtémoc, guerrero jaguar de Tenochtitlán. Los dioses debían seguir intranquilos, pues ese mismo año apareció otro presagio. El templo del demonio Huitzilopochtli se vio envuelto en llamas a pesar de ser de piedra. Y ardió aún con mayor violencia cuando la gente llegó corriendo con agua para apagar el fuego