“Según el relato de Cuauhtémoc, emperador de Tenochtitlán. La muerte de Moctezuma solo sirvió para acrecentar aún mas la ira de mi pueblo. Decidí dirigir personalmente el ataque contra los españoles. ‘Así debe ser, Cuauhtémoc’, me dijeron los sacerdotes. ‘Porque tú eres ahora nuestro emperador’. Me senté en el trono ‘icpalli’ y me colocaron el tocado del emperador. Nunca resulta cómodo llevar una corona. Cortés no se había alejado mucho de Tenochtitlán, porque los españoles iban lastrados con el peso del oro que nos habían robado. Mientras huían por las orillas del lago, mis guerreros los perseguían con canoas. Envié más guerreros por tierra, porque me pareció obvio que Cortés intentaba reunirse con sus aliados, los tlaxcaltecas. Finalmente los alcanzamos en la ribera norte del lago Texcoco”.