Mientras los guerreros del Emperador estaban presentes, la paz se mantenía. Pero el Emperador no podía estar en todos los lados al mismo tiempo. Cuando iba a Italia, Alemania se inflamaba, y cuando volvía a Alemania, los italianos volvían a conspirar. Milán había sido tomada, pero el resto de ciudades italianas se unió en una confederación llamada la Liga Lombarda, que tenía como propósito la destrucción de Barbarroja. Si Barbarroja pretendía que Italia formara parte del Sacro Imperio Romano, tenía que vencer a cada una de las ciudades de la Liga Lombarda. Pero Barbarroja todavía tenía un arma secreta: Enrique el León y sus mercenarios.